https://youtu.be/mW6hFttt_KE
El que para muchos fue el dispositivo que definió el concepto de smartphone como lo que se asentó a posteriori cumplía diez años, y el modelo de dicho aniversario no podía ser más de lo mismo. Tan esperado, como cuestionado, como filtrado la décima generación de iPhone se ha materializado en un nuevo terminal que rompe moldes previos a muchos niveles, lo cual hemos podido comprobar en el análisis del iPhone X.
Procurar que lo de mantener la esencia de un producto y adaptarse a las exigencias del mercado no sea una disyuntiva, sino un pelotazo, no es algo fácil. Y de hecho a Apple le «ha costado» diez años romper con un frontal que se mantenía estoico generación tras generación, experimentando una evolución mínima.
El adiós a un símbolo, al botón Home, ha ocurrido al dar la bienvenida al FaceID y a una muesca (el famoso notch) que esconde la maquinaria que hace posible esta nueva y protagonista función del iPhone X. Más allá de un cambio estético, supone renovar la interacción interfaz-usuario de una manera bastante notable.
¿Compensa decir adiós al veloz TouchID? ¿Son las 5,8 pulgadas sin marcos el tamaño diagonal ideal para no tener un smartphone «pequeño» y la salvación a la descomunal talla Plus? El iPhone X ha venido para redefinir el smartphone de Apple, de la Apple de Cook. Para ese «no lo hacemos primero, pero lo hacemos mejor» que nos han intentado mostrar anteriormente. Así que veamos si podemos darles esta licencia y si Apple «lo ha hecho» por fin.
iPhone X, especificaciones técnicas
IPHONE X | |
---|---|
DIMENSIONES FÍSICAS | 143,6 x 70,9 x 7,7 milímetros, 178 gramos |
PANTALLA | OLED 5,8 pulgadas Super Retina HD |
RESOLUCIÓN | Resolución de 2.436 x 1.125 píxeles, 458 ppp |
PROCESADOR | Chip A11 Bionic con arquitectura de 64 bits, coprocesador de movimiento M11 |
NÚCLEOS | Hexa-core (2 x Monsoon + 4 x Mistral) |
GRÁFICA | GPU Apple de tres núcleos |
RAM | 3 GB |
MEMORIA | 64/256 GB (no ampliables con microSD) |
VERSIÓN SOFTWARE | iOS 11 |
CONECTIVIDAD | LTE, Wi?Fi 802.11ac con MIMO, Bluetooth 5.0, NFC con modo de lectura |
CÁMARAS TRASERAS | 12 + 12 megapíxeles gran angular y teleobjetivo (f/1.8 y f/2.4), doble OIS zoom óptico, grabación 4K@24/30/60fps, flash 4 LED |
CÁMARA DELANTERA | 7 megapíxeles, f/2.2, grabación 1080p Retina flash, vídeo 1080p |
OTROS | FaceID, resistencia al agua IP67, 3D Touch GLONASS, Galileo y QZSS |
BATERÍA | 1.960 mAh (no extraíble) |
PRECIO | 1.159 euros el modelo de 64 GB 1.329 euros el modelo de 256 GB |
Diseño: bienvenido, 80%, y bienvenido de vuelta, cristal
Incluso con la llegada del rosa y del dorado, colores que habitualmente resultan más llamativos, Apple fue discreta. De hecho, salvo aquel (no tan) sorprendente iPhone 5c los terminales de la marca se han caracterizado siempre más bien por la discreción y desde aquel toque Ive del unibody de aluminio también por un minimalismo que (no tan discretamente y algo después) se instauró a su vez en el software.
Lo que vemos en el iPhone X es, a nivel estético, la conjunción de tendencias, necesidad y nostalgia. El nuevo iPhone se vuelve a subir al tren de las traseras con cristal dejando a un lado el resbaladizo aluminio mate, y recuperando unos brillos tanto en trasera como en bordes que nos recuerdan al iPhone 3G de 2008.
¿Dónde vemos la necesidad? En el cambio, que se ha materializado de manera más evidente en algo que va más allá de los materiales y sus acabados: el nuevo frontal, ese adiós al TouchID que comentábamos en la introducción.
La reducción de marcos era algo que muchos clamábamos a Jobs desde hace años, sobre todo desde que el iPad abriese la posibilidad de un manejo olvidando el botón Home (con gestos como el cerrar los dedos para minimizar app o deslizar de abajo a arriba para la multitarea). Pero fue entonces cuando llegó el eficacísimo Touch ID (con el iPhone 5s) y nos rompía de nuevo ese sueño de tener un terminal sin botón físico, manteniendo esa simetría tan característica como derrochadora de frontal.
Así, mientras las maravillas en aprovechamiento del frontal se sucedían cada vez con más frecuencia, con unos Galaxy S7 que asentaban las curvas o una Xiaomi que cogía el testigo de Sharp con la familia Mi MIX, Apple el año pasado (y un poco éste) mantenía la simetría horizontal y verticalcuyas riendas seguía llevando el botón físico delantero (aunque más discreto y eliminando el clic).
Quizás, como planteábamos antes, era cuestión de perfeccionar el Face ID, o bien que además de esto el no tocar una trasera también bastante inquebrantable para «hacer como Samsung» y pasar el lector de huellas a ésta fuese condición sine qua non. Pero el caso es que la décima edición del iPhone ha sido la que ha roto con un aprovechamiento del frontal por debajo del 70% (o lo que es lo mismo, en cotas de Sony o Motorola).
Lo han hecho sin curvar pantalla pero curvando marcos, quizás más por coherencia estética que por la moda que quizás rivales como el LG G6, los Galaxy S8 o el Pixel 2 XL (que no el 2 estándar, también por debajo de 70%). Tanto que el marco que queda es tan fino que no es suficiente para esconder toda la maquinaria con la que Apple ha acorazado la cámara frontal y el auricular, dando lugar a la muesca más comentada del año en los círculos tecnológicos.
Y hablando de la reina de Roma: la muesca, yay or nay? No nos vamos a meter en cuestión de gustos porque nadie gana ni pierde, ni tampoco en si esto «se ha de perdonar a Apple porque no tenían más remedio» porque es algo que no sabemos ni estamos cualificados para determinar. Pero resulta imposible no pensar si hubiese sido más coherente haber uniformizado el borde superior para que quedase de manera similar a los Galaxy S8 o Note 8, o copiarlo imitarlo del todo y conservar la simetría en los dos ejes (y no empeorar los TOC de más de uno).
De hecho, siempre será un trozo que no se aproveche salvo para el reloj, el icono de red y la autonomía (eso sí, sin porcentaje salvo que tiremos del Centro de control). Las apps lo incluyen como un extra del borde superior propio, quedando en la parte de los desarrolladores adaptar la interfaz a este nuevo smartphone para que los elementos de lo que sería la barra de estado (siempre presente en todos los iPhones pero sobre la que jamás se superpone nada) no queden por encima de los de la interfaz, como de momento ocurre en Telegram.
Ahondaremos algo más en esto al hablar de software, porque este flequillo que tapa la artillería TrueDepth tiene también relación con el cambio de interacción interfaz-usuario que fuerza la desaparición del botón Home; la muesca actúa también de separador físico para algo que hasta ahora un usuario de iOS no tenía necesidad porque hay dos elementos que desplegar desde el borde superior.
Pero el iPhone X es algo más que frontal. Como ya hacíamos referencia antes, este modelo rompe también con el unibody tal cual lo conocíamos y que quedó fijo en el ADN de los terminales de Apple desde el iPhone 5. Con el iPhone 6 vino la curvatura en semiesfera perfecta de los bordes, con el iPhone 7 el acabado en brillo y con el iPhone X se vuelve al cristal y aluminio (y a la moda, vaya).
El cristal gustará más o menos a nivel estético, pero ofrece un rozamiento mayor que el aluminio (en general) y hace que no se resbale tanto como otros modelos anteriores. En nuestro caso hemos podido probar el blanco y puede que sea algo más sufrido a las huellas que el negro, pero de todas formas tampoco ejerce demasiado de imán de de éstas: se ensucia pero sin ser algo insoportable.
Apple no sólo ha hecho que este iPhone supere la anorexia del smartphone que han padecido casi todos sus dispositivos, sino que lo ha engordado
Al agarre es cómodo, muy cómodo. Son 7,7 milímetros de grosor, apenas unas décimas de milímetro más que el iPhone 8 y el 8 Plus, y esto, aunque discreto, es una excelente señal que ha pasado desapercibida: Apple no sólo ha hecho que este iPhone supere la anorexia del smartphone que han padecido casi todos sus dispositivos, sino que lo ha engordado, y las curvas se agradecen en cuestión de ergonomía (y quizás en miliamperios/hora).
De hecho, el iPhone X es algo más que un carraspeo en cuanto a compactación y contención: ha entrado al ring dando codazos a ambos lados, a un mastodonte y a un pequeño gran olvidado que han quedado castigados anclados en 2014. Pesa lo mismo que el iPhone 8 (de pantalla menor y también de inferior volumen) y es infinitamente más contenido y más cómodo que un Plus (pesa 10 gramos menos que el 8 Plus), en esto chapeau (aunque tarde, muy tarde).
IPHONE 7 | IPHONE 7 PLUS | IPHONE 8 | IPHONE 8 PLUS | IPHONE X | |
---|---|---|---|---|---|
ALTO (MILÍMETROS) | 138,3 | 158,2 | 138,4 | 158,4 | 143,6 |
ANCHO (MILÍMETROS) | 67,1 | 77,9 | 67,3 | 78,1 | 70,9 |
GRUESO (MILÍMETROS) | 7,1 | 7,3 | 7,3 | 7,5 | 7,7 |
PESO (GRAMOS) | 138 | 188 | 148 | 202 | 174 |
VOLUMEN (CC) | 65,888 | 89,964 | 67,995 | 92,783 | 78,396 |
Los bordes ahora tienen un acabado en tono cromado, guardando coherencia con esa trasera reflectante. Pero esto no va a ser del agrado de a quienes ya les cueste hacer la vista gorda con las huellas de la trasera, porque éstas se van a quedar con facilidad en toda la curvatura de ese inoxidable acero «de calidad quirúrgica», según los de Cupertino.
En resumen: Apple no comulga con casi nada y tampoco con la expresión «lo poco gusta, lo mucho cansa». De hecho no ha acabado de matar el genuinísimo frontal doblemente simétrico atesorándolo en los iPhone 8, pero al fin se ha adaptado a una corriente que ya lleva varios años y ha hecho un muy buen trabajo de compactación y aprovechamiento de pantalla.
Además, la doble cámara sobresale poco (quizás gracias a ese afortunado medio milímetro más de grosor) y recordemos que todo está construido cumpliendo con la especificación IP67 de resistencia a agua y polvo. Estéticamente nos podrá gustar más o menos el acabado «charol» o que esta doble lente parezca más un semáforo que ‘Cortocircuito’, pero evolucionar ya era una necesidad.
La protagonista absoluta con el permiso de Face ID: 5,8 pulgadas de pantalla OLED
De manera histórica y sin que sorprendiese lo más mínimo, Apple también tomó su particular camino en cuestión de panel sin caer en la carrera por las «K» y optando siempre por tecnología IPS dese el iPhone 4. Modelo que también estrenó la Retina Display, y ambas características se han mantenido hasta ocho generaciones después (o siete y media).
El X rompe también con esto y cumpliendo rumores es el primero de los teléfonos de Apple que integra un panel OLED Super Retina. O lo que es lo mismo, una pantalla de 5,8 pulgadas y resolución 2.436 x 1.125 píxeles, yendo más allá del FullHD y quedándose en unos 458 píxeles por pulgada (valor máximo en los terminales de la marca, que hasta ahora alcanzaban los 401 en los modelos Plus).
IPHONE 4 | IPHONE 4S | IPHONE 5 | IPHONE 5C | IPHONE 5S | IPHONE 6 | IPHONE 6 PLUS | IPHONE SE | IPHONE 6S | IPHONE 6S PLUS | IPHONE 7 | IPHONE 7 PLUS | IPHONE 8 | IPHONE 8 PLUS | IPHONE X | |
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
PULGADAS | 3,5 | 3,5 | 4 | 4 | 4 | 4,7 | 5,5 | 4 | 4,7 | 5,5 | 4,7 | 5,5 | 4,7 | 5,5 | 5,8 |
RESOLUCIÓN | 640 x 960 | 640 x 960 | 640 x 1.136 | 640 x 1.136 | 640 x 1.136 | 750 x 1.334 | 1.080 x 1.920 | 640 x 1.136 | 750 x 1.334 | 1.080 x 1.920 | 750 x 1.334 | 1.080 x 1.920 | 750 x 1.334 | 1.080 x 1.920 | 1.125 x 2.436 |
PÍXELES POR PULGADA | 330 | 330 | 326 | 336 | 326 | 326 | 401 | 326 | 326 | 401 | 326 | 401 | 420 | 401 | 458 |
La experiencia con ella es satisfactoria a varios niveles con alguna salvedad. A nivel de resolución el FullHD suele ser más que suficiente para usuarios que no exigen en este sentido algo más, y en este caso las sensaciones son mucho mejores sobre todo si venimos de un iPhone de 4,7 pulgadas.
Lo primero que nos llama la atención es el mayor contraste que tiene el panel con respecto a los IPS. Los negros, además, transmiten esa sensación de pureza que ya hemos visto en los paneles super AMOLED, lo cual ya se aprecia en las interfaces de sistema y apps y se valora un poco más al ver contenido multimedia.
El cambio de tecnología tampoco supone una diferencia drástica en cuanto a brillo y temperatura. Algo por debajo en cuestión de brillo máximo y algo más frío de fábrica que el iPhone 8 Plus, pero los nits son suficientes y la temperatura muy similar (ya es cuestión de gustos que prefiramos unos blancos más o menos cálidos).
Aunque hay que recalcar que la temperatura, en el caso del X, puede variar si decidimos activar la función de adaptar la temperatura de la pantalla automáticamente según la situación (nos lo ofrece ya en la carga inicial del sistema). Si al final esto no encaja en nuestras preferencias puede desactivarse yendo a los ajustes de pantalla (de los que hablaremos un poco ahora).
E hilando con el brillo, el ajuste automático funciona muy bien, reaccionando a tiempo ante un cambio de situación y teniendo un buen nivel de brillo máximo (624 nits según DisplayMate). Suficiente para cuando el sol incide de manera directa sobre el panel ya que tenemos buena experiencia de visualización en estas condiciones.
Los puntos no tan positivos o directamente negativos (aunque no graves): iOS sigue siendo muy, muy parco en las opciones de los ajustes de pantalla confiando en que los ajustes de fábrica satisfarán a la mayoría de sus usuarios, y aunque podemos jugar con algunas opciones no disponemos de selector para la temperatura de los blancos o la viveza de los colores. También veremos las típicas degradaciones de las pantallas OLED, aunque hemos de inclinar bastante el teléfono para empezar a ver que amarillea o enverdece.
iOS sigue siendo muy, muy parco en las opciones de los ajustes de pantalla
¿Y qué pasa con el PenTile? A ojo y sin tirar de lente de aumento, nada. Una de las cosas que se temía del cambio de pantalla era que los usuarios pagasen la decisión de Apple de optar por una matriz PenTile (es decir, que los píxeles comparte subpíxeles azules, rojos y verdes y n y no son subpíxeles dedicados, como en una RGB), pero no, a simple vista no vemos un mosaico ni se aprecia un granulado: tanto a nivel de saturación como de contraste y detalle, la pantalla del nuevo iPhone es excelente.
Bien también en cuestión de sensibilidad táctil, algo siempre importante pero quizás ahora algo más dado que casi toda la interacción se centra en el panel. Hablaremos de la fluidez de los gestos en la parte de software, pero en lo que se refiere al panel la experiencia es buena tanto al tap, como al pellizco y como a los deslizamientos. Ah, y nada de toques accidentales, chapeau.
Y algo que se agradece mucho en este teléfono es que, además de que la pantalla se despierta al levantar el terminal (algo que aquí, con el Face ID, es bastante importante) también se activa con un toque. Es decir, podemos encenderla y ver si hay alguna notificación dando un toquecito si lo tenemos apoyado en la mesa (y responde bien, sin fallos u omisiones).
Para acabar, una simple nota acerca de la muesca (o notch en inglés). Según nuestros gustos y manías el impacto será mayor o menor, pero incluso con algún TOC en cuanto a interfaces y diseños se tarda poco en acostumbrarse. Como hemos comentado, los desarrolladores están extendiendo algo más el marco (y curándose así en salud), y en cuanto a los vídeos no influye porque aparecen des franjas negras en ambos lados.
Rendimiento: seis caballos con tres escuderos que tiran mucho sea cual sea la situación
Con nuevos iPhone tocaba nueva generación de procesadores de la casa, y cumplieron bien cumplido. Las tripas del iPhone X llevan un nuevo A11 Bionic de seis núcleos y la incursión de redes neuronales, acompañado de unos tan secretos como poco sorprendentes 3 GB de RAM.
Así, el iPhone X no rompe en eso de ajustar en RAM y confiar en los procesadores propios, pero el resultado es muy bueno. El sistema (del cual hablaremos en detalle ahora), se mueve de manera fluida en cuanto a transiciones y aperturas(/ierres. De hecho, algo que apreciamos en este iPhone sin botón Home es un minimizar sin lag, ése que no es raro ver al accionar el botón Home; ahora deslizas hacia abajo y la app se cierra instantáneamente.
La apertura de apps pesadas o que en algunos terminales tarda algo más (como en el caso de la cámara) se sucede con normalidad, así como el despliegue y la gestión de la multitarea. Lo cual tiene algo más de valor teniendo en cuenta que iOS 11 aún no parece estar del todo afinado, experimentando por ejemplo un pequeño lag al activar la conexión compartida desde el Centro de Control.
La edición de vídeo, el streaming de contenido multimedia y los juegos de alta carga gráfica son pan comido para este A11
La edición de vídeo, el streaming de contenido multimedia y los juegos de alta carga gráfica son pan comido para este A11. Y algo que también se agradece (sobre todo respecto a modelos anteriores -de aluminio-) es que apenas se calienta si hacemos un uso intenso o nos pasamos un buen rato jugando: sólo notaremos un leve aumento de temperatura en la parte trasera hacia el borde del Lightning, pero nada fuera de lo normal
En iOS tenemos algo menos de disponibilidad de benchmarks, pero os dejamos los resultados de los principales tanto en número como en imágenes, comparándolos con los de smartphones rivales (aunque el Snapdragon 835 cuente con más núcleos, lo equiparamos al tratarse de los teléfonos más potentes de los fabricantes).
PRUEBA | IPHONE X (APPLE A11 + 3 GB RAM + APPLE GPU 3-CORE) |
IPHONE 8 PLUS (APPLE A11 + 3 GB RAM + APPLE GPU 3-CORE) |
SAMSUNG GALAXY S8+ (EXYNOS 8895 + 4 GB RAM + MALI-G71 MP20) |
SONY XPERIA XZ1 (SNAPDRAGON 835 + 4 GB RAM + ADRENO 540) |
---|---|---|---|---|
ANTUTU | 214.526 | 225.609 | 170.805 | 140.805 |
3DMARK (SLINGSHOT EXTREME) | 2.693 | 2.848 | 3.844 | 3.612 |
3DMARK (ICESTORM UNLIMITED) | 62.297 | 64.412 | 28.824 | 38.805 |
Software: un iOS 11 recién estrenado y adaptado, pero con algún tropiezo
El iPhone X no podía venir con otra cosa que no fuera iOS 11, cuyas novedades ya vimos en su presentación en la última conferencia (cada vez menos) para desarrolladores. Dejando a un lado los cambios de tipografía y el que se aproveche algo menos la superficie por parte de interfaz en algunos casos, los Ajustes mantienen el orden y la estructura con algún añadido nuevo como el apartado «Emergencia SOS», opción que aparece al intentar apagar el terminal.
En relación a las particularidades del sistema hablaremos poco, dado que ya lo vimos en detalle y algo más de un mes que salió para todos los terminales compatibles. Pero haremos hincapié en algunas novedades y sobre todo las características que adquieren algo distinto al tratarse de este iPhone.
Aunque la manera de acceder a él difiere un poco (ahora lo veremos), el Centro de Control se mantiene en el sistema, así como su cuestionable personalización. Habrá opciones o toggles invariables y tenemos algunos nuevos como el modo «No molestar al conducir», pero se sigue echando en falta la no dependencia de los ajustes a la hora de conectar o cambiar de red o dispositivo Bluetooth (o lo que es lo mismo, sacarle más partido al 3D Touch).
A la pantalla de los widgets sí accedemos igual que hasta ahora, haciendo un swipe de izquierda a derecha, y tenemos las mismas opciones que en cualquier otro terminal de la marca a la hora de personalizarlos. Y en cuanto a lo que viene de fábrica, tendremos todo el surtido de apps propias, con la particularidad de que desde iOS 10 podemos desactivarlas y no verlas.
Lo que tendremos distinto en el iPhone X es el apartado de seguridad en los Ajustes. Decir adiós al Touch ID es decir hola al Face ID, pero podremos establecer las preferencias con respecto a este sistema de seguridad biométrica teniendo siempre como alternativa el código numérico.
De hecho, uno de los puntos más importantes de este nuevo iPhone es la nueva dimensión de la interacción usuario-interfaz que experimenta el usuario de iOS habituado a dar continuamente al botón Home. Un botón que como ya hemos dicho y visto no está y que por parte de Apple les tocaba hacer que no se echase de menos (ni viniendo de otro iPhone ni de un terminal Android, también con este botón). ¿Lo consiguen?
Por un lado, el remanente del factor costumbre va a ser complicado de atenuar, y con los días que hemos tenido el iPhone X para el análisis no íbamos a poder cargarnos una acción que nuestro cerebro ha grabado a fuego casi como otro acto reflejo. Pero al menos esto se tiene en cuenta y desde un principio iOS 11 en el iPhone X nos guía con los nuevos gestosque nos permitirán la navegación sin este histórico botón (ahora ausente).
- Minimizar app (pulsar el botón Home en otros iPhones): estiramos desde abajo (del todo) hacia arriba y soltamos.
- Multitarea (doble clic en el botón Home): heredando el gesto que se inauguró con el 3D Touch, en el iPhone X tendremos que iniciarlo como el de minimizar app, pero en vez de «lanzar» hacia fuera arrastraremos el dedo hacia el medio, de modo que se incorporarán en seguida las apps en segundo plano.
- Siri (mantener botón Home pulsado): mantener el botón lateral pulsado (también está la llamada con «Oye, Siri»).
- Captura de pantalla: pulsar simultáneamente botón lateral y de subir volumen y soltar en seguida (es decir, no mantener, si no activamos la opción de apagar).
- Apagar/emergencias: pulsar simultáneamente el botón lateral y el de subir o bajar volumen.
Cuesta un rato pillar el truco sobre todo a la hora de diferenciar el de minimizar y el de sacar la multitarea, pero el hecho de que nos lo explique desde un principio se agradece. No ocurre lo mismo con la combinación de botones para la captura de pantalla (el que más nos costó deducir), Reachability o para saber cómo cerrar apps desde la multitarea desplegada, bastante menos deductivos.
La interfaz de ésta, el carrusel de tareas, sigue siendo algo incómoda y «escurridiza» (desde iOS 6, aunque la interfaz actual se mantiene desde iOS 9). Pero dejando a un lado esto, lo que varía en el iPhone X es que la tarea que se quiere cerrar no se arrastra hacia fuera, sino que se mantiene pulsada hasta que nos aparece un signo de prohibido en cada una (el cual ha de pulsarse para cerrarla).
Así, con tanto nuevo gesto tirando del borde inferior algo tenía que cambiar para quien lo había regentado hasta el momento: el centro de control. La solución: invadir los dominios del centro de notificaciones, dueño y señor del borde superior en la era de antes del iPhone X.
¿Cómo? El lado derecho de la muesca, donde está la autonomía y el indicador de la conexión de red, es el que se ha de emplear para desplegar el Centro de Control, y el lado izquierdo (ocupado por la compañía telefónica) para la pantalla de notificaciones.
Face ID: la profundidad verdadera según Apple
Probablemente la novedad estrella de este iPhone sea, al contrario de lo que vemos habitualmente, el módulo frontal, porque no sólo es la cámara la que se ha llevado esta vez el paquete gordo de actualizaciones. De hecho, como ya comentábamos antes, la muesca es la manifestación (o consecuencia) física de que Apple haya incluido la artillería que hace posible la nueva y estelar función de Face ID.
Sobre esta función ya hablamos en detalle en su momento, especificando ya los componentes físicos que la posibilitan. Así, el nuevo sistema de cámara TrueDepth consta de un proyector infrarrojo (que «ilumina» nuestra cara), la propia cámara frontal (confirmando la presencia de nuestra cara), un proyector infarrojo (que crea el mapa tridimensional a partir de la cuadrícula que proyecta sobre la cara) y una cámara infrarroja (que lee el mapa y envía la información al teléfono). Esto lo hemos visto recientemente gracias al tradicional deshuese de iFixit.
Según Apple, Face ID emite 30.000 puntos infrarrojos que ayudan a reconstruir el modelo matemático de la cara que se reconoce. Y la traducción a promesa de esto y de todos esos componentes que repasábamos era que el sistema nos reconocería incluso «entendiendo» que podamos llevar o no gafas o realizar pequeños cambios con respecto a la cara que toma de referencia (dejarnos barba, etc.). ¿Es realmente así?
Seamos ortodoxos y empecemos por el principio. Face ID empieza, como cabe pensar, con un escaneo de nuestro rostro, aunque nos hace completar un círculo dirigiendo nuestra cara, de modo que así escanea los lados para crear el modelo en 3D (y no en 2D).
Podemos ayudar estando en una estancia bien iluminada y con un fondo neutro, aunque a decir verdad en nuestro caso fue algo improvisado y no hubo ningún problema ni exigencia durante el escaneo (era en interiores bien iluminados sobre pared pálida o blanca). Este proceso dura bien poco, y una vez se finaliza podemos configurar en qué servicios queremos usar Face ID, combinándolo con un código para cuando éste no pueda funcionar o nos sea más cómodo con los ajustes que veíamos en la sección anterior.
Nos advierte que puede que con esto activado el sistema no funcione con gafas de sol, pero en algunos casos «entiende» que las llevamos y funciona igual (hemos probado con unas Ray-ban Aviator y nos ha reconocido si la luz acompañaba). Además, también podremos aprovechar la detección de nuestra atención para que atenúe la pantalla o baje el volumen de notificaciones, y el contenido de éstas no se mostrará hasta que no detecte que miramos a la pantalla.
En general la experiencia es más que aceptable, de hecho es bastante chula y cómoda. No es perfecta ni mucho menos, pero hay que decir que el trabajo conjunto de tanto sensor, el A11 Bionic y su motor neuronal y el desarrollo de software es notable cuando incluso de noche y dentro del coche (sin ayudarnos de las luces auxiliares, sólo con la poca iluminación artificial de la calle) nos reconoce incluso con la función de atención activada.
En cuanto a las compras el proceso es algo menos automático y requiere que demos dos toques al botón de encendido para activar el Face ID y descargar o comprar la app desde la App Store. Requerir un primer método de activación está muy bien y probablemente sea necesario, pero rompe un poco la interacción a la que estamos acostumbrados con el sistema, y quizás mejorase con alguna especie de patrón en pantalla o alguna solución de «no clic».
El lado lúdico de los cuatro jinetes del Face ID
El reconocimiento facial es la utilidad de la que más uso hagamos si decidimos que éste sea nuestro sistema de desbloqueo de cabecera, pero todo lo que Apple ha puesto en este nuevo y llamativo módulo frontal permite también otras aplicaciones. Una de las más populares es la de los animojis, que han inundado redes sociales sobre todo tras la venta de los primeros iPhone X, aunque toca recurrir de grabaciones y trucos para exportarlos más allá de Mensajes/iMessage, con lo cual aún es algo incómodo si se quieren compartir fuera de dicho servicio.
Más allá de que se trate algo puramente jocoso y para entretener, lo que juega aquí también es ese mapa 3D que el smartphone es capaz de realizar. Las máscaras son muy fieles a nuestros gestos, reproduciendo guiños, arqueos de cejas y acercándose en la medida de lo posible a lo que vocalizamos, incluso grabándolo en baja luz
El mapa de nuestro rostro también lo aprovechan apps de terceros, como es un ejemplo MeasureKit. En la versión gratuita ya podemos probar el mapa 3D de nuestra cara, app de la que hablamos al ser una de las que recurre a la realidad aumentada (como es un ejemplo este mapa).
Ligando con esto aunque yéndonos a la cámara trasera, el iPhone X se desenvuelve muy bien en terreno RA. Probamos algunas de las apps de realidad aumentada que vimos al revisar cómo estaban aprovechando ARKit los desarrolladores y el teléfono nos ponía muebles virtuales sin carraspeos, lags o calentamiento.
Cámaras: ahora los dos ojos nos miran en vertical
La inclusión de la doble cámara trasera no fue tampoco pronta en Apple, pero fue certera. Más allá de la calidad de los resultados de las cámaras, la elección de que una sea un teleobjetivo y que entre las dos la función estrella fuese el modo retrato tuvo buena acogida, tanta que la hemos visto en las sucesivas generaciones y este iPhone de aniversario lo incorpora tanto delante como detrás.
Lo vimos al hablar a fondo de las cámaras de los nuevos iPhones, pero recordamos los interiores a nivel de hardware de la óptica del iPhone X para el análisis. Tenemos en este caso la combinación de dos sensores de 12 megapíxeles de mayor tamaño que los de sus antecesores e iguales que el iPhone 8 Plus, aunque las aperturas máximas varían ligeramente con respecto a éste siendo de f/1.8 para el gran angular y f/2.4 para el teleobjetivo.
Con esta anatomía** nos prometen mejor calidad, un enfoque más rápido y también ganar en vídeo**, tanto en calidad como en opciones de captura. También se potencia el modo retrato, que aunque en fase beta ya dispone de los cinco modos de procesado e iluminación que vimos. Empecemos a desgranar qué tal las cámaras empezando, como es habitual, por la app.
App de cámara: más «más de lo mismo»
Por suerte o por desgracia, dentro de los cambios drásticos del iPhone X no vemos nada en cuanto a evolución de la app de la casa. La misma tradicional y minimalista interfaz se mantiene en la decimoprimera versión del sistema operativo, incluyendo las opciones del modo retrato en un cómodo dial que nos permite pasar de una a otra con un ligero toque.
No tenemos modo manual, seguimos teniendo que recurrir a apps de terceros para exprimir las bondades de las cámaras del iPhone, también para extraer el archivo RAW. Es intuitiva y sencilla, sin marear con un mar de opciones de cuestionable uso, pero la experiencia se salpimentaría un poco más con esto así como con un botón directo para los ajustes de cámara, sobre todo a la hora de seleccionar la calidad del vídeo (tenemos que ir cada vez a la app de Ajustes).
Se abre bien, instantáneamente tanto del icono en el escritorio como al deslizar en la pantalla bloqueada. Y el funcionamiento es bastante estable, sin parones o cierres repentinos, igual que el del editor, algo más completo para las Live photos (aunque faltan por llegar novedades aquí aún).
Cámaras traseras: mucho ruido, pero bastantes nueces
En realidad lo escueto de la app se medio-entiende en perspectiva, al ver que la clave de la cámara del iPhone ha sido, de manera tradicional, dar un buen resultado en un sólo clic. Lo que esperábamos del X es un salto en calidad con respecto al anterior, tanto por la evolución en software como por la incursión que el machine learning tiene.
Pero esto no es exactamente con lo que nos hemos quedado tras las pruebas que hemos podido hacer de las cámaras del iPhone en todas las situaciones posibles. Vemos dos fallos que se presentan con una frecuencia que no esperábamos al tratarse de este terminal: una exposición descompensada y una falta de detalle que aparece ya de día.
La cámara, como todas, responde bien con luz abundante (aunque no cuando el sol valenciano lo da todo con una luz blanca e intensa). Bordes y colores bien salvados con algo más de dificultad en la sombra o si la luz es demasiado intensa y abundante, y en interiores bien iluminados se defiende bien.
La descompensación de la exposición aparece sobre todo cuando la buscas, es decir, cuando tenemos mucho contraste entre distintas zonas de la fotografía (esto es, una zona muy iluminada con otra a la sombra o menos iluminada). Aquí nuestro amigo fiel y necesario será el HDR, que nos equilibrará la exposición en la medida de lo posible, salvándonos el fondo (pared o luz) en fotos a la sombra o con menos dosis directa de lúmenes solares.
El HDR tampoco se quita la capa de superhéroe con el zoom, limpiando el ruido que aparece en el disparo automático si tiramos del 2x óptico o del 10x digital. A simple vista parece haber poca diferencia con cielo uniforme, pero acercándonos salen «las mentiras y las verdades».
La pérdida de detalle aparece a plena luz del día cuando ésta empieza a escasear, pero bastante antes de que hablemos de la puesta de sol. Eso sí, hablando de planos generales y objetos alejados de la cámara, tardando más en el caso de primeros planos y macros.
De noche todas las cámaras sudan la gota gorda y la del iPhone X tampoco escapa, aunque algunas se salvan con bastante buen resultado. Aquí ni la inteligencia artificial ni Apple pueden con un ruido que siempre invade los disparos cuando escasea la luz solar o directamente no está, aunque al menos hemos de hacer algo de zoom para apreciarlo.
En fotos nocturnas el estabilizador ayuda y el HDR en ocasiones es un amigo que compensa bien la exposición, ayudando a amortiguar la pérdida de detalle al contrastar un poco más sobre todo en fotos a edificios. Pero el tiro nos puede salir por la culata en lo referente a farolas u otros puntos de luz, puntuales y/o fuera de la zona de enfoque: el HDR a veces ayuda concretándolos, pero otras los difumina más.
Algo que también ocurre en ocasiones es que el balance de blancos baila(obligatoriamente automático salvo que tiremos de apps de terceros). Por suerte sólo ocurre de manera puntual (y aleatoria), pero una misma fotografía parece cambiar de iluminación con sólo unos segundos de diferencia.
Con el RAW la historia se repite. Para el usuario más exigente o más experimental cualquier cosa que «desautomatice» el proceso de la fotografía es un aliciente, y el soporte RAW fue bienvenido. Pero nos hemos de ir a los terceros para salvar dichos archivos y editarlos, con apps como Camera+ o Lightroom.
¿Y el modo retrato? Por el momento es una beta muy beta y muy dependiente de nuestra ayuda. La implementación de los cinco tipos de disparo en modo retrato es un plus que esperamos poder apreciar y aprovechar mejor cuando esté acabado, pero por ahora el resultado estará bastante determinado por la ayuda que aportemos en cuanto a iluminación y al fondo.
Siempre será más fácil para el sistema que el objeto principal se distinga a nivel de colores y contraste del fondo. Un fondo que convendrá tener lejos o cerca según qué opción elijamos, ya que dos de las nuevas (las de luz de escenario) agradecerán tener el fondo cerca (y plano), al contrario que las otras.
La iluminación directa favorecerá mucho el resultado si elegimos la luz de escenario (algo obvio, ya que aportamos lo que el sistema pretende simular). Pero pese a que los recortes vuelven a ser agresivos y el pelo sigue siendo la china en el zapato del bokeh, el trabajo que han hecho es innegable y parece el preludio de un surtido de buenos retratos(independientemente de que se trate de personas o cosas, sin discriminar).
Cabe recalcar que los procesados son extremadamente rápidos. Si bien aún son algo erráticos, resulta sorprendente cuando tardamos apenas un segundo en cambiar de modo y disparar y los retratos salen más o menos resueltos. Lejos de la perfección sobre todo en el recorte, pero nos da la sensación de que les falta un último empujón para rematar el trabajo y que habrá resultados más naturales cuando sea la versión definitiva (ahí estaremos para buscar borrones y «mentirijillas»).
Cámara frontal: hola, detalles, y hola, modo retrato
Ya hemos visto cómo se porta con Face ID y con la realidad aumentada, pero en lo relativo a la fotografía la cámara frontal también queda muy bien. El nivel de detalle se conserva en situaciones media luz y en la mayoría de escenas la exposición está equilibrada.
El HDR de los iPhone nunca ha sido agresivo y esta tónica se mantiene, siendo útil para salvar los cielos cuando estamos nosotros en primer plano. Eso sí, como ocurría con la cámara trasera el activarlo o no predeterminará el resultado del modo retrato.
¿Qué tal este modo en la cámara subjetiva? Aquí tenemos algo más de dificultad añadida: difícilmente podremos estar a 2,5 metros, no tenemos dos cámaras y la que hay tiene una apertura máxima menor que la trasera principal (F/2.2 frente a F/1.8).
Pese a esto (y pese a ser una beta), los resultados son aceptables en muchas situaciones. Aquí será aún más dependiente de la ayuda que le proporcionemos: alejarnos del fondo en los modos de luz natural, contorno y estudio y buscar una fuente de luz directa para los de escenario.
Si se lo ponemos difícil y además le exigimos velocidad se nos va a «quejar» y sacará tomas borrosas (sobre todo en interiores) y la pérdida de calidad y ruido son más acusadas cuando usamos este modo. Si estamos en situación de relativo contraluz el balance de blancos y la exposición automáticas pueden jugárnosla también un poco, pero en lo segundo el HDR suele ser una ayuda (si lo que ocurre es que se nos quema el fondo), aunque en la opción de luz de contorno a veces marca demasiado las sombras.
Un nuevo iPhone más (aún) para vídeo
Estabilización óptica y 4K. Las palabras mágicas del vídeo en smartphones que también hemos podido experimentar en el iPhone X. Muy buenos resultados con buena luz y también con luz media, si bien en este último caso ya se ve algo de pérdida de detalle.
Tenemos distintas frecuencias para cada resolución. Si nos vamos a los 60 frames por segundo tendremos tomas con un movimiento más rápido y fluido, pero puede que no nos guste demasiado el resultado. Para ello podemos ajustarlo a 30 fps, siendo la calidad pareja pero sin esa dosis de fluidez extra.
La cámara lenta a 1080p se agradece. Muy bien resuelta si la luz abunda y algo menos cuando ésta escasea, pero en general se obtienen buenas tomas. Y los timelapses también de calidad incluso de noche, con el mismo máximo de resolución.
Autonomía: lo poco no gusta, lo mucho encanta, y el término medio se agradece
La operación bikini en consecuencia de esa anorexia que han vivido los smartphones en los últimos años ha sido un palo para las autonomías en general, también al ir aumentando el tamaño medio de la diagonal de pantalla y con la llegada de las resoluciones QHD o superiores. Menos volumen, más píxeles y menos miliamperios/hora no es una combinación muy favorable de cara a esa especie de condición mínima esperada que es que nos aguante el día con una carga.
La línea Plus logra autonomías muy buenas escapando a todo esto al no ser un terminal compacto, pero los iPhones de 4,7 pulgadas son justamente todo lo contrario: si lo usas de manera intensa, son dos cargas al día. ¿Dónde quedan el iPhone X y sus 5,8 pulgadas? Con una pantalla mayor que la del Plus pero un tamaño total intermedio (casi más cercano a los de 4,7 pulgadas) la experiencia con la autonomía es, afortunadamente, más parecida a la que tenemos con los iPhones grandes.
Con un uso estándar, ni intensivo ni de más pantalla inactiva que otra cosa y con reparto similar entre horas de wifi y conexión de datos, la batería del iPhone X da para todo el día sin mucho problema, pudiendo quedar un 30 o 40% para el día siguiente. Con un uso intensivo (sobre todo fotografía, multimedia, navegación GPS y consulta frecuente de redes sociales) y un 80% del tiempo en LTE nos ha llegado a aguantar unas ocho horas.
El tiempo de carga, no obstante, sigue siendo la asignatura pendiente para Apple. Mientras los fabricantes de componentes para móviles Android acumulan generaciones de tecnologías de carga rápida, en los iPhones seguimos encontrando cargadores estándar y los 2.716 miliamperios/hora de la batería del iPhone X tardan 3 horas y 21 minutos en cargarse de 0% a 100% (con el móvil encendido).
Las estadísticas de uso y batería también siguen siendo demasiado escuetas y poco deductivas, y en el caso del iPhone X tendremos siempre que tirar del Centro de Control para ver qué porcentaje nos queda (porque éste no cabe con la inclusión de la muesca). Eso sí, bien por la llegada (tan tardía de la carga inalámbrica), sobre todo para quien considere cómodo este tipo de carga independiente del cable (pero dependiente del contacto).
Sonido: el estéreo también da un salto con el nuevo tamaño
El audio es un aspecto tradicionalmente cuidado por la casa de Cupertino a nivel de hardware y con las cosas muy claras en cuanto a la ubicación del altavoz: el borde inferior, junto a la conexión de carga e internamente al lado del Taptic Engine, sigue siendo el lugar de elección. En este caso también tenemos sonido estéreo (es así desde los iPhone 7), con otro altavoz junto al auricular que queda algo más abajo en placa al dejar sitio al TueDepth.
A falta de comprobar si la cuestión ha mejorado en el iPhone 8, el principal temor aquí era ver si se repetía aquel audio «Maraca Edition» que vimos en el iPhone 7 y que empeoraba la experiencia por la vibración, pese a tener una salida neta. Pero esto afortunadamente no lo hemos percibido en el iPhone X en el mismo grado; la emisión de sonido ocurre sin artefactos y es de calidad notable, aunque nos gusta algo más cómo lo resuelven en el tamaño Plus.
Nos permite subir bastante de volumen hasta experimentar la pérdida que habitualmente sucede en el extremo más alto, y el audio es de calidad tanto en música, como en videojuegos como en reproducción multimedia. Sin problemas tampoco en auriculares, donde la experiencia siempre es algo más grata, ni en la conexión BlueTooth.
Aunque ya parece una constante de la casa, cabe recordar que en este iPhone tampoco tiene jack de 3,5 milímetros. Algo que no sólo vemos en iPhones y que en bastantes casos tratan de solventar regalando el adaptador de jack a USB tipo-C/Lightning para aquellos usuarios que no disponen de auriculares con dichas conexiones o inalámbricos (como es el caso).
iPhone X, la opinión
Cuando el candidato promete, el examen es más difícil, ya sea por justicia o por inconsciencia. Apple y las toneladas de rumores y hype que ni ellos pueden controlar nos prometían un iPhone rompedor, esperado, casi definitivo, y el iPhone X ha cumplido, al menos, las dos primeras.
La décima edición del terminal de Apple intenta satisfacer muchos «por fin» que cierta parte de los usuarios esperaban y que la presión de las modas y la competencia también exigían en cierto modo: despejar el frontal, reducir los clics en la interacción y más madera en inteligencia artificial y realidad virtual. Satisfechos pueden quedar, pero aún hay mucho que pulir sobre todo en lo referente a la dependencia de los clics (que sigue en cierto modo, pero desplazada al lateral) y en un diseño que tampoco acaba de convencer del todo.
El loable la reducción de los marcos sobre todo porque no tenemos ni un toque accidental, ni han variado la posición de la cámara frontal u otros elementos que hubiesen obligado a más «horas de entrenamiento». Pero hemos de decir adiós sí o sí al porcentaje de pantalla y al final tenemos un marco mayor en las apps (si es que las adaptan), y como dejábamos caer nos queda la duda de si no hubiese sido mejor a varios niveles no renunciar a la simetría horizontal y olvidarnos del tan mainstream notch.
Sensaciones inesperadamente encontradas con las cámaras, con una exposición y un balance de blancos que bailan más de lo habitual y unas fotos nocturnas que quizás esperábamos más «peligrosas» para la competencia o lo previo. Tampoco nos suele gustar que el pan salga demasiado pronto del horno porque no nos lo comemos igual, y de nuevo la experiencia con el modo retrato ha sido a medias y siempre entrecomillada.
No estamos diciendo que sean cámaras malas ni mucho menos. El trabajo que han hecho se nota y resulta milagroso que los smartphones se acerquen (modestamente) a emular la fotografía de estudio incluso en la cámara frontal y en gran variedad de condiciones, pero lo que esperamos es que la condición de beta dure menos esta vez y que las promesas sean hechos más pronto, sobre todo con una competencia feroz en esta moda que ellos mismos dispararon.
Un punto muy a favor es la autonomía. Apple nunca se ha subido al tren de los máximos miliamperios/hora y cuando el sistema ha sido estable (porque las primeras versiones lanzadas siempre son algo más sangrantes) ha dado autonomías decentes teniendo en cuenta justamente la capacidad, pero esto empobrece la experiencia de los iPhones «pequeños» y no ocurre lo mismo en el iPhone X.
Nada de dramas con el OLED y tampoco con los cambios en la interacción. La pantalla cumple en todos los sentidos de manera más que aceptable y la interacción no exige un entrenamiento demasiado exigente, si bien en la caja se incluyen instrucciones que vale la pena leer antes dado que amplían las que nos muestra el sistema (la única que no indican es Reachability, que es una de las que más cuesta, precisamente).
¿Compensa su compra? ¿Compensa cambiar? En el caso de partir ya teniendo un iPhone hay casos en los que algunas características harán que pueda convencernos al haber mayor mejora, por ejemplo el aspecto de la autonomía si tenemos un iPhone de 4,7 pulgadas o el tamaño si el Plus nos parece demasiado grande (y la «antigüedad», que suele también añadir peso a la idea del cambio).
Pero más allá del cambio de interacción y pantalla tampoco envejece tanto a los iPhones previos o simultáneos. Está claro que mirar un iPhone «no X» será ya siempre un viaje al pasado (que ya lo era tras años con el mismo frontal, pero se olvidaba más fácilmente), pero es aún un pequeño salto y en cuanto a fluidez, rendimiento y cámara las distancias son cortas o no demasiado largas.
Lo que tendremos por esos algo más de 1.100 euros (al menos) es un adiós al Touch ID que podría estar algo más afinado (el proceso de compra con Face ID, por ejemplo, algo engorroso), un diseño distinto que engloba un estupendo trabajo de compactación y aprovechamiento del frontal y lo más potente en cámaras de Apple.
Pero nos queda la sensación de que esto es un principio, un concepto con el que se tiene una buena experiencia pero que nos da cierto déjà vu a aquel primer Apple Watch que, siendo relativamente rompedor, olía tanto a prematuro y pedía tanta mejora ya desde el cascarón. Veremos en el análisis tras un mes de uso si esta sensación se esfuma algo más o no, y si tenemos suerte y Apple se pone las pilas volveremos a pasarle el examen al modo retrato.
A favor
- El protagonismo de la pantalla va ligado a una muy buena experiencia con ella.
- Face ID es cómodo y funciona muy bien en la mayoría de situaciones.
- Muy buen trabajo de compactación: más pantalla que los Plus en menos espacio, sin comprometer la autonomía.
En contra
- La interacción puede mejorar bastante en algunos casos, por ejemplo en el proceso de compra con o sin Face ID.
- Las cámaras traseras no son lo peor ni mucho menos, pero sí están ligeramente por debajo de las expectativas.
- El cristal y el acero se quedan bastante más con las huellas que con el aluminio.