¿Qué son los chips de potencia? Los chips de potencia son modernos sistemas electrónicos de gestión de motores que permiten la proliferación de multitud de reprogramaciones y preparaciones para sacar más potencia a tu coche. Si quieres saber en qué consisten y qué tipos hay, sigue leyendo.
Sacar más potencia de un motor es algo que se hace prácticamente desde que se lanzó el primer coche al mercado. Antiguamente era cosa de verdaderos expertos artesanos: válvulas más grandes, culatas esmeriladas, volantes aligerados… hoy en día, la electrónica da mucho juego para variar el rendimiento de una mecánica de forma sencilla y sin mancharse las manos. La gran pregunta es por qué los fabricantes no extraen ya más potencia de sus propulsores si es algo tan “sencillo”.
Hay dos razones principales que contestan a esa pregunta. La primera de ellas es porque las marcas buscan una respuesta del motor que satisfaga a un amplio espectro de clientes. La segunda es por cumplir una normativa de homologación. Las gestiones modernas, por lo general, tienen muy “capado” un parámetro que es el pedal del acelerador. Desde que pisamos dicho pedal hasta que la gestión da la orden de “más madera” hay un retraso hecho a propósito para reducir el consumo, las emisiones y buscar una mayor suavidad de funcionamiento.
Con todo esto quiero aclarar a los más escépticos que sí, que se puede sacar más potencia del motor del coche de forma más o menos sencilla. La ganancia oscila entre el 5 y el 10%para los propulsores atmosféricos y entre el 10 y el 20% en los sobrealimentados (ya que hay un parámetro más con el que “jugar”: la presión de soplado). Por supuesto, estos últimos pueden apretarse aún más, pero ya empezaríamos a perder mucho en el terreno de la fiabilidad y no interesa.
En el mercado actual hay varios tipos de chips de potenciación y reprogramaciones. Dependiendo del tipo de gestión de motor podrán cargarse nuevos mapas; en otros habrá que cambiar elementos de la unidad de control, etc.
¿Cómo se reprograma el motor de un coche?
Centralita intercalada
Se trata del método más simple, barato y sencillo de instalar. Su precio ronda los 300 euros. Básicamente consta de una caja con unos conectores que se coloca entre la unidad de mando original y el cableado de la misma o bien directamente en el conector del sensor de temperatura del refrigerante. Este sistema falsea los datos de los sensores del motor para “engañar” a la unidad de mando: le dice que el propulsor está más frío de lo que de verdad está para que alargue los tiempos de inyección y así subir la potencia… y el consumo. Personalmente, no recomiendo este tipo de reprogramaciones -en realidad no lo son, no cambiamos ningún programa-, pues no tienen en cuenta todos los parámetros necesarios y sus interacciones, y pueden provocar problemas en elementos como los filtros antipartículas o el turbo.
Chips de potencia
Actualmente son poco frecuentes, porque las unidades de mando modernas son reprogramables. Se trata de cambiar la memoria física de dicha unidad de mando por otra con el nuevo programa cargado en ella. Su precio oscila entre los 300 y los 600 euros.
Unidad de mando reprogramada
Es una centralita nueva. Hay dos variantes; en la primera de ellas tú envías tu unidad de mando original, la reprograman y te la mandan de vuelta. La otra opción es comprar otra unidad de mando y conservar la tuya. El precio va entre los 400 y los 1.000 euros.
Reprogramaciones tipo PPC
Se trata de un pequeño módulo que se acopla mediante el conector de diagnosis del coche (conocido como OBD, on board diagnosis). Tiene una pastilla de memoria con una nueva cartografía. Al conectarla al vehículo, lee la cartografía original, hace una copia de seguridad y carga la nueva programación. La ventaja de este sistema es que es reversible; su precio está entre 600 y 900 euros.
Reprogramaciones personalizadas
Deben ser realizadas por especialistas. Es un sistema parecido al anterior, con la diferencia de que se hace con un ordenador portátil conectado al OBD del coche. Para algunos modelos las hay ya creadas y simplemente las pagas, la descargas al portátil y la instalas en la unidad de mando. Sin embargo, otras opciones no son tan populares y necesitan del trabajo de un verdadero especialista que haga la reprogramación “a medida” para un motor concreto. El precio oscila entre los 400 y los 1.500 euros.
Por supuesto, todas estas virtudes se van al traste si la nueva cartografía no es la correcta o si empleamos sistemas que no son recomendables, como el que se limita a “engañar” a la unidad de control falseando los datos de los sensores.
- Mayor agrado de utilización: para algunos modelos existe una amplia variedad de reprogramaciones que nos permitirá adaptar la respuesta del motor del coche a nuestro gusto y estilo de conducción, con una curva de par más plana, más potencia en la zona alta del cuentavueltas, etc.
- Consumos más reducidos: una buena reprogramación debe tener en cuenta varios parámetros y la forma en que éstos interactúan. Según el tipo de uso que hagamos del coche podemos conseguir que, aunque resulte contradictorio, más potencia signifique menos consumo. En ese sentido, las reprogramaciones que buscan una curva de par más plana permiten utilizar más las marchas largas, lo cual nos permitirá ahorrar combustible.
- Más seguridad activa: más potencia no siempre significa más peligro. Contar con una buena reserva de fuerza bajo el pie derecho a la hora de realizar un adelantamiento con el coche cargado o al incorporarnos en una autopista (momentos de mucho riesgo en los que unas décimas de segundo suponen la diferencia entre un siniestro o un simple susto) es una ventaja.
- “Reestrenar” coche: con el paso del tiempo, poco a poco nos acomodamos y acostumbramos a nuestro compañero de viaje. Un cambio en la respuesta de su motor puede hacer que nos” volvamos a enamorar” y recordemos las buenas sensaciones que percibimos el día que lo estrenamos.